Maykel Herrera. La pintura como obsesión
por: Daniel G. Alfonso / fotos: Robin Pedraja
Visitar el espacio de creación del pintor Maykel Herrera es como entrar a un universo de códigos y símbolos vinculados al mundo infantil. Graduado de la Academia de Camagüey, siempre estuvo interesado en reflexionar y establecer un diálogo directo con el espectador a través de soportes bidimensionales. Sin embargo, ha explorado manifestaciones como la escultura, la instalación y el performance, nos comenta.
Su quehacer, dentro de la pintura, ha transitado por diferentes vertientes desde un academicismo de fines del siglo XIX hasta la abstracción de influencia de la escuela norteamericana de los años sesenta. En sus lienzos, apreciamos rasgos empleados por creadores prestigiosos del arte cubano y universal, tales como Leopoldo Romañach, Fidelio Ponce de León y Joaquín Sorolla, Jackson Pollock y Salvador Dalí, respectivamente.
Su área de trabajo, organizada, se refleja en sus telas. Cuando se encuentra en medio del proceso de producción, necesita tranquilidad y concentración para que el acabado sea perfecto. En estos momentos, sobre uno de sus caballetes está trabajando en un cuadro para una exposición que se inaugurará en el mes de abril como tributo a Antonia Eiriz.
El lienzo, casi en blanco, solo presenta unas líneas negras que conforman a las figuras principales. En la esquina inferior izquierda, encontramos el rostro de un niño, ícono recurrente en toda su labor visual y por lo que más es conocido en el terreno nacional e internacional.
Sus niños, dóciles e ingenuos, siempre aparecen acompañados de objetos o elementos extraídos del subconsciente de Maykel; todos con un objetivo muy claro, reflexionar y poner a pensar a los espectadores sobre lo que está sucediendo actualmente a nuestro alrededor. Según nos dice, lo que más le interesa es lograr comunicación entre el binomio dulzura y polémica.
Sus modelos, todos, son conocidos por él. En sus lienzos, cada retratado realiza diferentes acciones, pues el artista capta y representa su psicología y sus recuerdos. Los niños, son un pretexto para construir sus propias historias, las que están llenas de misticismo y de alegorías que ayudan a comprender los mensajes que quiere transmitir el autor.
Maykel Herrera, desde hace un tiempo, cuenta con un nuevo modelo: su hijo recién nacido. «Casi que es una obligación colocarlo en mis telas», nos dice con gran entusiasmo y afirma que nunca perderá su obligación y deber con la sociedad, su país y su gente.